El ciclo de este primer siglo de vida se cierra progresista y provisor. Las severas normas de la vida colonial han resquebrajado su rígida estructura. Romanticismo y liberalismo finisecular y de principios de siglo, abren paso a nuevas concepciones de vida. Los inmigrantes afincan y la inquieta búsqueda de horizontes termina en las tradicionales casonas, donde se prolongan las sucesivas generaciones. Los lugareños se disputan el gobierno con los recientes pioneros. De este crisol surge la ciudad que amorosamente recostada en las colinas contempla el devenir y se contempla en la trayectoria de sus hijos, en sus realizaciones, en sus instituciones incipientes, en sus muchos anhelos, en sus frustrados proyectos, en sus renovadas esperanzas.